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DOS DEBERES Y DOS CAMINOS

Publicado en La Nación 21/09/2024

 

Parados en las vísperas de la elección de octubre pasado, en un contexto crítico de la economía, aparecía como probable una opción signada por la continuidad del gobierno kirchnerista, otra vez liderado por un candidato no perteneciente al núcleo íntimo de su lideresa, y por una candidata propuesta a llevar el PRO y sus aliados a una nueva versión del gobierno terminado en 2019. Había una tercera opción, aunque no se le atribuía probabilidad de alzarse con el triunfo; pero lo inesperado pasó y así lo improbable pasó a la segunda vuelta y la ganó.

De haber la ciudadanía optado por un nuevo gobierno kirchnerista, el escenario de profunda crisis ocasionado lo habría conducido a realizar un ajuste feroz o a una fuerte radicalización. Nadie pensaba ya, que el gradualismo constituyera el camino y dada la conformación del espacio político, era extremadamente difícil de imaginar un giro de 180 grados; por ello, lo segundo era lo más lógico: ir en la dirección de Venezuela.

Cambiemos, que ya había experimentado el gradualismo en su anterior gobierno, se mostraba dispuesto a abandonarlo esta vez. Pero ello solo podría hacerse con una amplia victoria electoral que permitiera una mayoría legislativa que respaldase el desagradable trabajo a realizar y seguramente teniendo que enfrentar a una sociedad que difícilmente toleraría los dolores del ajuste.

Nada de lo anterior aconteció. Aquella tercera fórmula, a la que muy pocos apostaban, se encaramó en el poder y comenzó a ejecutar parte de lo prometido en su campaña: ni venta de órganos, ni privatización de calles, ni eliminación del Banco Central, ni dolarización; el equilibrio fiscal y el combate a la inflación fueron los pocos, pero centrales, que quedaron en pie para tornarse el norte de la política.

Y así se embarcó en un feroz ajuste de gastos como había prometido frente a una sociedad, oh sorpresa, que aceptó mansamente el ricino recetado por el sorprendente nuevo médico que la convenció que la persistencia de la enfermedad que padecía era responsabilidad de los galenos anteriores, que él tenía la receta necesaria, que iba a doler un tiempo pero para conducirla a ser “great again”.

Para que esto fuera posible dos deberes se imponían: ordenar la desquiciada macroeconomía y lograr crecimiento económico. ¿En qué punto estamos?

Se avanzó notablemente en la reducción de la inflación y en obtener equilibrio fiscal aunque el trabajo de ordenar la macro no está concluido: la inflación es aún alta y el positivo balance de las cuentas públicas no puede evaluarse todavía como sostenible. Pero hay otro tema a resolver y es la dificultad del país para obtener las divisas que precisa para apuntalar el crecimiento y cumplir sus obligaciones. No solucionar adecuadamente este tema puede impactar nuevamente en la inflación y con ello aparejar decepción y una consiguiente caída en la paciencia ciudadana frente a un nuevo médico cuya dolorosa receta deja de parecer suficientemente efectiva. La no resolución de estas trabas a la obtención del equilibro, podría conducir a un mal desempeño en las elecciones de medio término y entonces, ¿otra vez sopa? Pero seamos optimistas y asumamos que dicho ordenamiento se logra en un plazo no muy lejano. El primer deber estaría cumplido y hay que pasar el segundo

La puesta a punto de la macro es una muy buena noticia para quienes deben tener a su cargo las inversiones que motoricen una etapa de crecimiento sostenido. ¿Pero depende solo de esto las lluvias de inversiones? Para nada, otro ingrediente tan importante como una economía ordenada es la confianza en la estabilidad del camino elegido, es decir en la gobernabilidad y aquí la política entra en escena.

Un gobierno con un tercio de votos propios, otro tercio prestado, con un puñadito de legisladores, sin gobernadores ni intendentes no es fácil que gane la apuesta a la confianza. Tuvo en sus comienzos la posibilidad de constituir una coalición amplia, pero juzgó redituable enfrentar también a quienes podrían haber sido sus aliados. El enfoque aún continúa vigente aunque le implique problemas crecientes con quien dicta las leyes, espacio en el que solo posee una muy pequeña y deshilachada porción.

El resultado es una enorme dificultad para contar con los instrumentos legales que precisa para el cambio que propone y crecientes derrotas legislativas en porcentajes que pueden dejar aun sin efecto vetos presidenciales o iniciar juicios políticos.

En la coyuntura, entonces dos caminos están abiertos: persistir en el aislamiento político que deberá resolverse con mayor radicalización de signo contrario a la kirchnerista y enfrentamientos que tensionen aún más la democracia argentina, o con una comprensión de la necesidad imperiosa de un gobierno mucho más amplio. No le doy mucha chance al crecimiento si se escoge el primer camino, pero bastante si se transita hacia el segundo.

PLANES ASISTENCIALES DE EMPLEO: UNA PROPUESTA

 

Publicado en Clarin, 30 de Mayo 2024

 

Varios tipos de denuncias sobre los denominados “planes sociales” han proliferado en los últimos tiempos relacionadas al uso indebido de los recursos destinados a la asistencia social por parte de funcionarios estatales y dirigentes de organizaciones sociales. En verdad, los diversos programas sociales destinados a enfrentar las dificultades del mercado de trabajo, desde el Plan Trabajar en los 90 hasta el Potenciar Trabajo en el presente, han adolecido de los mismos problemas: discrecionalidad en la selección de beneficiarios, inexistencia o incumplimiento de las labores de contraprestación, empleados públicos entre los beneficiarios, uso de los beneficiarios para actividades políticas, etc. Mi propuesta para modificar radicalmente el perfil de estos programas incluye 4 elementos centrales

 

  1. REGISTRO NACIONAL PUBLICO DE DESEMPLEO (REDES)

¿Es posible evitar la selección discrecional de beneficiarios? Mi respuesta es SI  y para ello es preciso la creación de un registro que permita identificar a las personas desempleadas. Este registro debe estar abierto a todo aquel que desee aceptar un trabajo de media o jornada completa y debe contar con la información relevante del inscripto: datos personales, laborales y educativos. Debe estar precedido de una gran campaña de difusión que promueva registrarse. Con este instrumento podrá apreciarse la cantidad de individuos que están dispuestos a realizar una labor a cambio del ingreso ofrecido y su distribución en el territorio

 

2. REGISTRO DE ORGANIZACIONES (REDOR)

 

Paralelamente al REDES es necesario un registro de las organizaciones que serán las que definan e implementen los diversos proyectos de generación de trabajo. Administrar labores es una tarea compleja. Aquí no se trata de una simple entrega de dinero al beneficiario sino que debe ser acompañada por insumos, liderazgo, seguimiento y evaluación.

Y podemos incluir a todo tipo de organización que pruebe poseer proyectos relevantes. Pueden ser municipios, empresas, clubes, iglesias y otros diversos tipos de organizaciones sociales. Algunos requisitos son indispensables: cada una de ellas debe administrar un número de proyectos acorde con la capacidad de gestión exhibida. Deben evitarse instituciones con enorme cantidad de beneficiarios y sin un proyecto claro y viable. Aquí se torna imprescindible la creación de una entidad que acredite a las organizaciones, que evalúe el desarrollo e impacto de los diversos proyectos y que administre el REDOR; una “CONEAU del empleo”.

 

  1. CONTRAPRESTACIÓN

El registro REDES permitirá determinar quienes no han accedido a una educación secundaria completa. Y en este caso la labor a desarrollar será completar dicho nivel educativo. Es claro que quienes no poseen este nivel básico no tienen chances de una inserción razonable en la economía moderna. Y esta opción debe ser obligatoria para todo inscripto hasta una edad a determinar (30 o 40 años). Es altamente probable que la mayoría de los inscriptos se encuentren en esta situación y por ende se requerirá un gran esfuerzo. Una ventaja de esta contraprestación es la extendida red de establecimientos educativos y sociales que posee el país junto con un más que satisfactorio número de docentes para dar realidad al objetivo. Y otra ventaja adicional es la ventana de oportunidad que abre la tecnología de la educación a distancia con una conectividad que debe mejorar pero es ya suficientemente amplia, reduciendo enormemente la necesidad de disponer de infraestructura física.

Para quienes han completado la educación secundaria, la cantidad y diversidad de actividades que pueden ofrecer las instituciones registradas en el REDOR es muy amplio. Las empresas privadas, instituciones públicas y diversas organizaciones sociales pueden recurrir a REDES para seleccionar a quienes precisa para desarrollar su proyecto. Seguramente será en los servicios personales donde sea más fácil y abarcadora la posibilidad de inserción pero seguramente también en el campo del comercio, el turismo o la gastronomía, actividades con mayores posibilidades de generación de actividades que la industria o el agro.

 

  1. ARTICULACIÓN INSTITUCIONAL

Las actividades tanto educativas como laborales, no serán posible de ser llevadas a cabo sin un trabajo conjunto del Estado en sus diversos niveles y la sociedad civil. En el caso de la actividad educativa, se trata nada más ni nada menos que de una gran gesta implicando una acción interjurisdiccional entre nación y las provincias donde el financiamiento y la asistencia técnica correspondan al nivel nacional y la labor educativa a las provincias, que son las que hoy poseen la administración del sistema.

Se trata en definitiva de abandonar lo que denomino un “enfoque zoológico” de gobiernos anteriores y que continúa vigente aun en el actual, donde no se va más allá de otorgar algún dinero que permita comer pero que no desarrolla las potencialidades de los mas pobres ni cambian sustancialmente sus condiciones de vida. Mas lúgubre aun, es la noción en gestación de la idea simplista y macabra que la exclusión social no merece atención de la política pública y debe dejarse al mercado su resolución.

 

El país precisa, un  amplio debate sobre la pobreza de las políticas hacia los pobres que dominaron las últimas tres décadas y sobre caminos superadores.

 

HISTORIA ARGENTINA: ¿TOBOGAN O CAMPANA?

 

 

 

Publicado en Clarin 26/03/2024

 

Mientras entramos en momentos claves para la definición de la gobernabilidad del país y para el resultado del ordenamiento macroeconómico nos debemos, más allá de la coyuntura, un debate sobre el tipo de sociedad al que deseamos dirigirnos, hecho relacionado a cómo evaluamos nuestra historia.

El presidente Milei (entre otros) percibe el último siglo y medio de historia argentina como un TOBOGAN: rápido ascenso (1880-1916) y luego larga decadencia de 100 años. Otros percibimos una CAMPANA: un ascenso hasta los años treinta, el comienzo de una curva que toca su cenit en los sesenta y luego la declinación.

El TOBOGAN: la etapa valorada por el presidente como la mejor, fue construida por un gobierno federal que acabó con las luchas internas que sucedieron a la independencia creando un ejército nacional y eliminando las milicias provinciales; la conquista de tierras de pueblos originarios; la alianza con Inglaterra como principal socio comercial y su aporte a la construcción de ferrocarriles; la masiva inmigración europea y la instauración de la educación pública universal, gratuita y obligatoria. Todo ello permitió transformar una sociedad pobre y atrasada convirtiéndola en una potencia agrícola-ganadera.

Con la adopción del  liberalismo económico y una demanda inglesa sostenida, el proyecto agro-exportador alcanzó un gran esplendor, obra de una elite culta, sofisticada y ostentosa decidida a crear “la Europa de América del Sur” y donde el rostro de ciudades como Buenos Aires, mostraban trazados urbanos y edificios que reflejaban a París, Madrid o Londres. Mientras tanto, los migrantes se convirtieron en trabajadores agrícolas o mano de obra de servicios y de una industria embrionaria. Sin mas que unas pocas medidas legales de protección al trabajo, impulsadas fundamentalmente por el socialismo a principios del siglo XX, la situación de las masas trabajadoras no era precisamente envidiable.

Este periodo significó, de acuerdo al trabajo de Belini y Korol (Historia Económica de la Argentina en el siglo XX), que en 1913 el PBI per cápita del país alcanzara 3797 (dólares de 1990), prácticamente el mismo nivel que el promedio de 14 paises europeos y EEUU (3975);  triplicando el promedio de América Latina (1439) y cuadruplicando el de Brasil (839).

La CAMPANA: desde la otra perspectiva, la fase ascendente no se detiene en la segunda década del siglo XX sino que continúa luego su ascenso, cada vez con mayor dificultad,  hasta la década del sesenta para comenzar desde allí la cuesta abajo. El país agroexportador y librecambista hacía agua luego de la primera guerra mundial y la crisis en el comercio exterior dio impulso a una industria sustitutiva de importaciones. Este proceso albergará en sus brazos un nuevo fenómeno de migración masiva pero esta vez del interior del pais hacia Buenos Aires y Rosario, principalmente.  Así, gobiernos se alejan del librecambismo para adoptar posturas de mayor intervención estatal, desarrollando y protegiendo la industria local, estimulando el consumo interno y dotando a los trabajadores de salarios y condiciones de trabajo beneficiosos.

Una fotografía de la Argentina sesentista muestra grandes progresos en el desarrollo de industrias de base como la siderurgia, el aluminio y la petroquímica, autosuficiencia en  la producción de energía fósil e hidroeléctrica, fabricación de automotores de marcas nacionales, avanzada investigación en energía nuclear,  fabricación naviera y aeronáutica; las universidades argentinas eran prestigiosas y existía investigación científica destacable. Poseía una sociedad con alto nivel  de integración social y  muy importante desarrollo de los sistemas educativos y sanitarios.

Sin dudas, la economía y la sociedad en este periodo fueron más complejas y desarrolladas que la de la Argentina librecambista. También indudablemente, mas socialmente integrada e igualitaria que aquella, llegando a la década del 70 como una sociedad relevante en términos regionales aunque ya distanciada de los países centrales. En 1973, el PBI per cápita del país representaba dos tercios del promedio de paises centrales pero  duplicaba el de América Latina y el de Brasil.

La curva ascendente que comienza a aplanarse, tiene su cenit en los sesenta y revierte su tendencia a partir de allí, no se relaciona con el abandono del librecambismo sino que tiene como ingrediente fundamental la inestabilidad y conflictividad políticas iniciadas con el golpe militar de 1930; a partir de allí aparecen gobiernos ilegitimados por fraude o proscripción, asonadas militares y mala praxis económica que dañaron seriamente al país, restándole condiciones para un mayor desarrollo económico y social.

La declinación que vivimos hasta hoy se expresa en atrasos no solo en relación a los paises desarrollados sino tambien a los de nuestro continente. ¿Podremos comenzar un nuevo ciclo largo de ascenso mas inspirado en la Argentina del Sesquicentenario que en la del Centenario?

 

GASTO SOCIAL, DEFICIT FISCAL Y DEMOCRACIA

 

Publicado en La Nación 16/12/2023

 

La situación fiscal y su endémico déficit es uno de los temas centrales que deberá abordar el próximo gobierno. Existe consenso que ha llegado la hora de acabar con dicho déficit revisando el nivel de ingresos y gastos del sector público. Mi interés en esta nota es referirme al gasto público y en especial, al gasto social.

El promedio de gasto público consolidado (el correspondiente a los tres niveles de gobierno) en el periodo 1980-1984 fue de 28% del PIB y alcanzó el 45% en el periodo 2015-2019. La diferencia en las cuatros décadas es impactante y la última información oficial (2023) nos dice que representó 44% en  2021.

Ahora bien, los datos oficiales se clasifican en cuatro categorías de gastos: Funcionamiento del Estado, Servicios Económicos, Servicios Sociales y Deuda Pública.

Los gastos de Funcionamiento del Estado incluyen los de Administración General, Justicia y Defensa y Seguridad. En estas cuatro décadas tuvieron un modesto crecimiento de 4,9% a 7% del PBI. Los servicios de la Deuda Pública pasaron de 3,9% en el primer periodo a 3,8% en el último, siendo menores los guarismos en todos los periodos intermedios. Los gastos en Servicios Económicos incluyen como principales ítems Energía y Combustibles por un lado y Servicios Públicos por el otro. Cayó de 6,7% a 5,3% del PBI entre los periodos inicial y final que consideramos, habiendo llegado al 2,4% en el periodo 1995-1999 fruto de la privatización de empresas públicas de aquellos tiempos

Los Servicios Sociales incluyen la Previsión Social, Salud y Educación como sus principales componentes representando 80% del total. El resto se distribuye en programas de Vivienda, Empleo y Asistencia Social. Mientras en el periodo 1980-1984 se ubicaba en 13% del PBI en 2015-2019 alcanzó 29% representando dos tercios del gasto público total. Este monumental crecimiento lleva al país a un nivel comparable con el porcentaje del producto que países desarrollados otorgan al gasto social y muy por encima de los niveles latinoamericanos.

Sin embargo ofrece un pobre resultado en nivel de prestaciones y calidad de servicios: fragmentación de sistemas, desigualdad marcada en el acceso e irracionalidad en el uso de los recursos.

El sistema previsional argentino es una manta llena de parches donde coexisten un sistema nacional y varios provinciales junto a regímenes especiales para miembros del Poder Judicial, fuerzas armadas y de seguridad, legisladores provinciales, profesores universitarios, maestros, colectiveros, investigadores científicos y taxistas, entre otros. Por otro lado, tanto a la educación como a la salud públicas se las identifica con políticas sociales de carácter universalista y ciertamente en algún momento lo fueron, pero se ha terminado de consolidar un sistema en el que lo “público” es un componente reservado para los pobres, coherente con el camino de desigualdad creciente experimentado por la sociedad argentina. La asistencia social, que dispone de 1% del PBI, se estructura sobre base de un manejo discrecional de programas alimentarios y de subsidios a la informalidad y cuyos beneficiarios son fruto del clientelismo estatal o de la presión de organizaciones sociales que los nuclean.

Tanto esfuerzo para tan pobres resultados. ¿Que explica entonces este gigantesco incremento del Gasto Social? A mi juicio, la fortaleza corporativa y el funcionamiento de nuestra democracia.

Un poco de historia: así como en los noventa se privatizaron en un santiamén teléfonos, aviones, gas, electricidad, petróleo, no sucedió lo mismo con los servicios sociales. Las presiones de sindicatos, partidos de oposición y organizaciones varias de la sociedad civil, previnieron transformaciones privatizadoras de la profundidad operada en el terreno de las empresas públicas de producción o servicios. Pero más allá de la fortaleza de los sectores beneficiarios para evitar transformaciones, el proceso democrático jugó un papel decisivo ya que afectar servicios mayoritariamente percibidos como derechos a ser garantizados por el Estado, exhibió los riesgos de pérdida de legitimidad y apoyo político para quienes osaren intentar su reducción. Así, el continuo crecimiento del gasto social habla de las necesidades de las fuerzas políticas, surgidas de la competencia democrática, por acceder o mantenerse en el poder. En otros términos, los intentos de reducción del gasto social chocan seriamente con la resistencia que imponen los procesos de democratización y obtención de legitimidad política.

¿El desafío fiscal que afronta la Argentina abordará el gasto social?. Habrá disposición para bancar los costos políticos que ocasionará una reducción sustancial dada una población que no acepta fácilmente recortes? ¿Habrá voluntad para ir forjando un sistema más racional o seguirá con su estructura fragmentaria, desigual e ineficiente? Veremos, la nueva serie comienza el 10 de diciembre.

¿ONGANIATO Y PINOCHETISMO EN DEMOCRACIA?

Publicado en Clarín 1/10/2023

 

Las PASO anunciaron que un porcentaje no despreciable de los votantes fueron atraídos por un llamado a sancionar a la dirigencia política tanto oficialista como opositora y llevar a cabo una reforma económica profunda de carácter antiestatista. Estos elementos no son novedosos en estos parajes ya que estuvieron presentes en dos dictaturas militares, las de Juan Carlos Onganía y de Augusto Pinochet.  Veamos

La “Revolución Argentina” del general Onganía vino a acabar con los “corruptos” partidos políticos, prohibiendo su existencia y actividad; terminó en un rotundo fracaso y dio lugar a la vuelta de la “casta”. El golpe militar de Pinochet contra el gobierno de Salvador Allende fue realizado para abortar el camino a un socialismo con democracia e implementar drásticas medidas económicas de naturaleza liberal.

Así, en forma curiosa se mezclan en nuestro presente los temas principales de las dos dictaduras militares y además surge en un tiempo que coincide con otro desastroso gobierno peronista, el de Isabel Martínez de Perón que acabó en la sangrienta dictadura militar de Videla y compañía; la inexistencia de encuestas de opinión en aquellos tiempos no permite saber con alguna precisión que porción de la población demandaba en 1976 que los militares de hicieran cargo del gobierno pero con seguridad, y como en el presente, un cambio drástico atraía a un alto contingente de ciudadanos.

Volvamos entonces al tiempo presente y proyectemos escenarios.

Respecto al desmantelamiento estatal las dictaduras argentinas hicieron bastante poco así que no son referencia en este aspecto. Por el contrario, el gobierno de Pinochet es un claro inspirador para los lideres de la revuelta liberal autóctona: privatizaciones, vouchers escolares, medicina paga, jubilaciones privadas, etc. Hay sin embargo algunas diferencias: la dictadura de Pinochet llevó adelante las reformas con férreo comando de las fuerzas armadas. Además, fue más tibio que nuestros libertarios: no se animó a proponer la venta de órganos, la portación de armas o la privatización de las calles.

Por otra parte y a diferencia de la reforma liberal de Menen en los 90, esta vez no hay mucha empresa pública a privatizar (joyas de la abuela) ni gobiernos y entes financieros dispuestos a prestar dinero como sucedió en los tiempos del romance Bush-Menem en el cual el caudillo riojano se convirtió en el discípulo dilecto de las políticas impulsadas por Reagan y Thatcher.

Entonces, hoy nos encontramos con el deseo de llevar adelante la propuesta económica de la dictadura pinochetista, pero esta vez en democracia, es decir con pleno funcionamiento de las garantías constitucionales. Y además, sin fuentes de financiamiento visibles para encarar el necesario reordenamiento económico que demandará el descalabro económico ocasionado por el kirchnerismo. Menuda tareíta, ¿no? Y para no repetir una muy gráfica imagen de amplia circulación, ¿están invitando a un asado en el que no hay carne ni parrilla?

Ahora, respecto al segundo tema, el de acabar con la dirigencia política, Pinochet (como Bolsonaro) tuvo el soporte de las fuerzas armadas. Menem (como Trump) el respaldo de un partido muy fuerte. No se ve en el caso presente algo equivalente. Expulsar a la dirigencia tradicional y hacer profundas reformas neoliberales sin fuerzas armadas ni una sólida fuerza política que lo respalde, parece broma de mal gusto.

Por ello no sería de extrañar que de iniciarse un camino de esta naturaleza, su viabilidad dependa de fuerzas tradicionales que den el apoyo necesario. Mientras continuemos siendo una democracia, dicho apoyo provendrá de las cuestionadas dirigencias tradicionales. En este aspecto ya se observan señales. Dirigentes sindicales y ex-funcionarios menemistas a los que se les ha levantado la excomunión podría representar solo el comienzo de un éxodo del actual oficialismo hacia la nueva etapa. ¿Una vez más la mayor parte del peronismo se pondría la máscara liberal? Siendo una fuerza que tiene enormes dificultades para sobrevivir fuera del Estado no sería para nada sorprendente un giro de esta naturaleza. Ya lo hizo en el pasado. ¿Se sumará alguna porción de Juntos por el Cambio? ¿Se constituirá una fuerza política nueva capaz de llevar adelante exitosamente dicha empresa? Interrogantes abiertos

En cualquier caso, la tarea de construir una nueva fuerza potente no será un proceso ni corto ni simple. Pero sin un poder considerable será imposible cumplir las promesas en el corto plazo y dejaran expectativas frustradas y un cuerpo social más dañado aún. Se debe tener en cuenta que quienes reclaman esta nueva dirección no son precisamente pacientes ciudadanos, sino que querrán resultados a la brevedad antes de volver a descargar su ira contra el gobierno de turno como sucedió en el pasado.

Y a partir de allí habría que arremangarse. Puede ser que el gran cambio de época no sea ahora sino a partir de las cenizas de lo que viene

SOBRE CASTAS Y HEROES

Publicada en Clarín, 6 de Junio 2023

Las heridas en el cuerpo social causadas por la Gran Depresión y la Primera Guerra Mundial fueron el caldo donde Facismo y Nazismo florecieron sumiendo al mundo en un periodo trágico. Su derrota permitió el surgimiento del mundo keynesiano y el inicio de una etapa de estabilidad y progreso, pero su derrumbre a partir de los setenta del siglo pasado dio paso a incertidumbres y fragilidades en buena parte del planeta. Y nuevamente aparecen miradas que exaltan formas autocráticas de gobierno con fuertes críticas y repudios a la política y los políticos, provocando un debilitamiento de  los sistemas democráticos.

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SINDICATOS INFORMALES Y ENFOQUE ZOOLOGICO

Publicado en Clarín 19/02/2023

El programa Potenciar Trabajo como la Tarjeta Alimentaria consumen el 90% del presupuesto del Ministerio de Desarrollo Social y constituyen políticas del gobierno nacional para posibilitar una ingesta mínima a quienes son sus beneficiarios. En la lucha contra la pobreza, la preocupación gubernamental por otras necesidades humanas básicas no tiene mayor lugar: ni asegurar el suministro de agua potable y saneamiento básico, (elementos esenciales para una vida saludable) ni esfuerzos para lograr una mejor educación pública para fomentar la empleabilidad o el trabajo autónomo de calidad, ni acceso a una atención adecuada de la salud publica. Por esta razón, llamo a esta orientación gubernamental, un enfoque zoológico del trato a la indigencia y la pobreza.

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¿PLANES DE EMPLEO O EMPLEO DE PLANES?

Publicada en La Nación 22 de Abril de 2022

La entrega de dinero público a cambio de una actividad comienza en el gobierno de Carlos Menem con el crecimiento sostenido del desempleo en una sociedad que había gozado de pleno empleo por décadas. El denominado “Plan Trabajar” absorbió algunos miles de beneficiarios y fue reemplazado por el “Jefes y Jefas de Hogar” en el gobierno de Eduardo Duhalde; otros programas similares solo cambiaron de nombre en los gobiernos siguientes hasta llegar al actual “Potenciar Trabajo” con mas de un millón de beneficiarios. Seguir leyendo

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