Publicado en Clarin 26/03/2024
Mientras entramos en momentos claves para la definición de la gobernabilidad del país y para el resultado del ordenamiento macroeconómico nos debemos, más allá de la coyuntura, un debate sobre el tipo de sociedad al que deseamos dirigirnos, hecho relacionado a cómo evaluamos nuestra historia.
El presidente Milei (entre otros) percibe el último siglo y medio de historia argentina como un TOBOGAN: rápido ascenso (1880-1916) y luego larga decadencia de 100 años. Otros percibimos una CAMPANA: un ascenso hasta los años treinta, el comienzo de una curva que toca su cenit en los sesenta y luego la declinación.
El TOBOGAN: la etapa valorada por el presidente como la mejor, fue construida por un gobierno federal que acabó con las luchas internas que sucedieron a la independencia creando un ejército nacional y eliminando las milicias provinciales; la conquista de tierras de pueblos originarios; la alianza con Inglaterra como principal socio comercial y su aporte a la construcción de ferrocarriles; la masiva inmigración europea y la instauración de la educación pública universal, gratuita y obligatoria. Todo ello permitió transformar una sociedad pobre y atrasada convirtiéndola en una potencia agrícola-ganadera.
Con la adopción del liberalismo económico y una demanda inglesa sostenida, el proyecto agro-exportador alcanzó un gran esplendor, obra de una elite culta, sofisticada y ostentosa decidida a crear “la Europa de América del Sur” y donde el rostro de ciudades como Buenos Aires, mostraban trazados urbanos y edificios que reflejaban a París, Madrid o Londres. Mientras tanto, los migrantes se convirtieron en trabajadores agrícolas o mano de obra de servicios y de una industria embrionaria. Sin mas que unas pocas medidas legales de protección al trabajo, impulsadas fundamentalmente por el socialismo a principios del siglo XX, la situación de las masas trabajadoras no era precisamente envidiable.
Este periodo significó, de acuerdo al trabajo de Belini y Korol (Historia Económica de la Argentina en el siglo XX), que en 1913 el PBI per cápita del país alcanzara 3797 (dólares de 1990), prácticamente el mismo nivel que el promedio de 14 paises europeos y EEUU (3975); triplicando el promedio de América Latina (1439) y cuadruplicando el de Brasil (839).
La CAMPANA: desde la otra perspectiva, la fase ascendente no se detiene en la segunda década del siglo XX sino que continúa luego su ascenso, cada vez con mayor dificultad, hasta la década del sesenta para comenzar desde allí la cuesta abajo. El país agroexportador y librecambista hacía agua luego de la primera guerra mundial y la crisis en el comercio exterior dio impulso a una industria sustitutiva de importaciones. Este proceso albergará en sus brazos un nuevo fenómeno de migración masiva pero esta vez del interior del pais hacia Buenos Aires y Rosario, principalmente. Así, gobiernos se alejan del librecambismo para adoptar posturas de mayor intervención estatal, desarrollando y protegiendo la industria local, estimulando el consumo interno y dotando a los trabajadores de salarios y condiciones de trabajo beneficiosos.
Una fotografía de la Argentina sesentista muestra grandes progresos en el desarrollo de industrias de base como la siderurgia, el aluminio y la petroquímica, autosuficiencia en la producción de energía fósil e hidroeléctrica, fabricación de automotores de marcas nacionales, avanzada investigación en energía nuclear, fabricación naviera y aeronáutica; las universidades argentinas eran prestigiosas y existía investigación científica destacable. Poseía una sociedad con alto nivel de integración social y muy importante desarrollo de los sistemas educativos y sanitarios.
Sin dudas, la economía y la sociedad en este periodo fueron más complejas y desarrolladas que la de la Argentina librecambista. También indudablemente, mas socialmente integrada e igualitaria que aquella, llegando a la década del 70 como una sociedad relevante en términos regionales aunque ya distanciada de los países centrales. En 1973, el PBI per cápita del país representaba dos tercios del promedio de paises centrales pero duplicaba el de América Latina y el de Brasil.
La curva ascendente que comienza a aplanarse, tiene su cenit en los sesenta y revierte su tendencia a partir de allí, no se relaciona con el abandono del librecambismo sino que tiene como ingrediente fundamental la inestabilidad y conflictividad políticas iniciadas con el golpe militar de 1930; a partir de allí aparecen gobiernos ilegitimados por fraude o proscripción, asonadas militares y mala praxis económica que dañaron seriamente al país, restándole condiciones para un mayor desarrollo económico y social.
La declinación que vivimos hasta hoy se expresa en atrasos no solo en relación a los paises desarrollados sino tambien a los de nuestro continente. ¿Podremos comenzar un nuevo ciclo largo de ascenso mas inspirado en la Argentina del Sesquicentenario que en la del Centenario?
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