Versión ampliada de la nota publicada en Diario Perfil 1/3/2015

¡UNANSE!, parece ser un extendido reclamo social a los lideres opositores para acabar con la permanencia en el poder del kirchnerismo. Ahora bien, con la información disponible al día de hoy, existen dos aspectos cruciales a tener en cuenta: en primer término, nada hace prever que el oficialismo pueda triunfar en primera vuelta y es el casi seguro perdedor del ballotage. En segundo término, parece haber llegado el fin de que la fuerza triunfante tenga mayoría propia en ambas Cámaras del Congreso y tendrá necesidad de un gobierno de coalición.

Si estas premisas son correctas, ¡UNANSE! debería referir no solo a las próximas elecciones sino también al gobierno que será en él consagrado.

En relación al evento electoral no existe aun necesidad de una primaria que incluya a todas o algunas de las fuerzas opositoras a menos que antes del cierre de la constitución de frentes (Julio) se advierta un riesgo cierto de que el oficialismo pueda alcanzar el 40% de los votos. Hoy no parece que dicho oficialismo esté haciendo las cosas correctas para ello y aquel sería el momento para la confluencia opositora en las PASO. Por lo tanto y en principio no veo mayor problema que cada fuerza concurra a las primarias con su propia identidad y al mismo tiempo acuerde competir en un mismo frente si esto aparece mas adelante como necesario.

En relación a un futuro gobierno de la oposición, aparece como absolutamente necesario para la gobernabilidad la conformación de un gobierno de coalición que contemple a fuerzas opositoras derrotadas en las primarias (o en las PASO en caso de que estas sean amplias). Difícilmente los acuerdos programáticos necesarios para cimentar esta gran coalición puedan ser completados durante el periodo de competencia electoral; los temas a tratar son de suficientemente envergadura para que su debate lleve un tiempo considerable y puedan así fructificar en acuerdos sólidos y transformarse en políticas. Por ello más que un acabado acuerdo previo de gobernabilidad lo que se necesita es una voluntad firme de concertar que comience durante el periodo preelectoral y se desarrolle en el próximo gobierno por parte de los principales actores que lo integrarán.

Muchos afirmarán de que esto es imposible de alcanzar y por lo tanto quimérico. Muchos se preguntarán si tradiciones tan disímiles en las fuerzas opositoras puedan llevar a un gobierno que no sea mas que una ensalada rusa que termine en fracaso como sucedió en el pasado. Yo respondería que es posible que esto suceda pero su probabilidad de fracaso no es mayor a la de una fuerza triunfante que rechace coaligarse.

Tres son las tradiciones políticas de nuestra sociedad: En primer lugar el populismo proveniente del peronismo con base en los sectores mas pobres, con rasgos autoritarios y clientelistas; en segundo lugar la tradición liberal-democrática expresada por el pan-radicalismo, respetuosa de las instituciones republicanas pero débil a la hora de gobernar por la falta de apoyos sólidos en ambos extremos de la escala social. Y por último la tradición liberal-conservadora, asociada tanto al autoritarismo como a la democracia, preocupada por los logros económicos pero sin ninguna sensibilidad hacia la situación de las mayorías.

¿Pueden estas tradiciones amalgamarse en un gobierno de coalición sin estallar? Especialmente cuando una alianza del liberalismo-democrático y el liberalismo-conservador, sin bases populares amplias, puede traducirse en un gobierno extremadamente conflictivo con los de “abajo”; liberalismo-conservador y populismo reeditando lo ya conocido en el gobierno de Carlos Menem; liberalismo-democrático y populismo generando un gobierno donde la economía siga siendo errática.

Quien triunfe en las elecciones tendrá la prerrogativa de ser el presidente y por lo tanto tendrá decisión fundamental en el gobierno que venga, pero deberá acudir a los líderes derrotados para que ellos y lo que ellos representan sean parte clave de su gobierno. Así un eventual triunfo del liberalismo-conservador podría hacerlo mas sensible al bienestar de las mayorías, el del populismo hacerlo menos autoritario, clientelista y cortoplacista y el del liberalismo-democrático, mas fuerte para realizar las transformaciones institucionales tan necesitadas (la de las fuerzas de seguridad e inteligencia en primer lugar)

Resultado de esta oportunidad puede ser el surgimiento de un gobierno capaz no solo de reparar los muy graves desaguisados del kirchnerismo sino y muy especialmente de realizar las transformaciones que el país precisa: una democracia republicana transparente y participativa, un estado de bienestar que garantice una calidad de vida básica a todos sus habitantes y una estrategia de crecimiento económico e inserción internacional que potencie las posibilidades del país

Un hecho político de esta naturaleza tendría el impacto de las grandes transformaciones argentinas como las realizadas por la generación del 80 a fines del siglo XIX y por el primer peronismo a mediados del pasado siglo y podría abrir finalmente las puertas para que la Argentina alcance un lugar en el mundo desarrollado como el que debería haber logrado hace tiempo

Los lideres opositores deberían expresar claramente hoy su voluntad de que, independientemente de quien triunfe, están dispuestos a que el próximo sea un gobierno de coalición. Veremos si comienzan a trabajar en ello.