Publicada en Clarín, 6 de Junio 2023

Las heridas en el cuerpo social causadas por la Gran Depresión y la Primera Guerra Mundial fueron el caldo donde Facismo y Nazismo florecieron sumiendo al mundo en un periodo trágico. Su derrota permitió el surgimiento del mundo keynesiano y el inicio de una etapa de estabilidad y progreso, pero su derrumbre a partir de los setenta del siglo pasado dio paso a incertidumbres y fragilidades en buena parte del planeta. Y nuevamente aparecen miradas que exaltan formas autocráticas de gobierno con fuertes críticas y repudios a la política y los políticos, provocando un debilitamiento de  los sistemas democráticos.

En nuestra sociedad este fenómeno viene desde hace largo tiempo con dictaduras militares que llegaban a erradicar la corrupción política, con gobiernos fallidos a comienzos del siglo y el consabido “que se vayan todos”, con difusión del voto castigo a quienes no respondían a las expectativas ciudadanas y más actualmente con diatribas hacia “la casta”. Se da por supuesto en gran parte de la sociedad, que en la política predominan personajes ineptos y corruptos en una proporción mayor a la que existe en otras instituciones sociales y aun cuando ello pudiera ser cierto es, a mi juicio, el menosprecio de la política una de sus causas fundamentales; debe tenerse en cuenta que las sociedades no tienen los políticos que se merecen sino los que se le parecen. Ineptitud y corrupción no son patrimonio exclusivo de la política.

Surge además la contradicción de una sociedad que demanda soluciones de quienes desprecia y considera incapaces. Por ejemplo, se conmina a los responsables a resolver temas como la inflación o la criminalidad pero con la difundida creencia de que hay incapacidad o falta de voluntad para ello. No saben, no pueden o no quieren está escrito en el sambenito que cargan. También se sostiene que coimas y diezmos son la moneda común en las transacciones entre economía y política.

Con toda la parcial verdad que pueda encerrar esta extendida creencia, ella paradójicamente sabotea las posibilidades de que el sistema político de respuesta adecuada a grandes y pequeños problemas. Veamos como ejemplo uno de los desafíos acuciantes actuales: la inseguridad que expresan la criminalidad y el narcotráfico. No parece creíble que surjan políticos capaces, honrados y al mismo tiempo valientes para enfrentar y dar soluciones a estos dramas asumiendo riesgos personales y familiares cuando deben soportar además el rechazo y la desconfianza de la sociedad. Es absurdo pensar que personas honestas y preparadas  se sometan a tan altos riesgos cuando perciben el rechazo de quienes son los beneficiarios de la insalubre tarea. La trágica consecuencia de ello es la ausencia de solución para los problemas que se pretenden resolver.

Resultados positivos de la labor estatal dificilmente sean posible de ser alcanzados solo presionando a quienes ocupan la función pública. No se obtienen soluciones solo empujando al político y menos soluciones se obtienen cuando el apoliticismo se convierte en un valor difundido.

En una sociedad como la nuestra con enormes dificultades para resolver los problemas graves que nos afectan, no creo haya respuestas positivas y eficaces sin un importante número de personas con verdadera vocación para dedicarse a lo público, personas provenientes de organizaciones políticas con la capacidad suficiente para hacerse cargo de lo que hay que solucionar. Hemos experimentado en nuestra historia liderazgos mesiánicos como para saber que no es el camino para mejorar y no es aconsejable persistir en hábitos que nos conduzcan a destinos oscuros.

Las soluciones están en  mejores partidos y política; en mas gente decidida a abrazar lo público para resolver problemas de todos; de muchas organizaciones sociales, sistemas escolares y medios de comunicación que insten a valorar y participar de la política en lugar de despreciarla o ridiculizarla. La recuperación y revalorización de la buena política es esencial para evitar el enorme riesgo de que solo los inescrupulosos accedan al control de lo público.

El papel de los medios  de comunicación es central en esta tarea. Develar actos de corrupción y de ineptitud de quienes tienen responsabilidad en el Estado es algo indeclinable. Pero quizás tambien mostrar mas frecuentemente las buenas decisiones, los aciertos y los logros de miembros de la “casta”.

Por ello, quiero finalizar esta nota con un homenaje a esos politicos que a pesar de los fuertes vientos en contra, no desmayan en trabajar por el mejor pais que sueñan. Que soportan las asperezas del conflicto político con todo el dolor y la frustración que frecuentemente acarrea, que no se recluyen en la comodidad del hogar, que ven frecuentemente invadida su intimidad, que estudian, se preparan y  desean fervientemente un mejor pais para ellos, su hijos y todos nosotros; que quieren devolvernos el orgullo de ser argentinos, que desean un pais respetado y admirado internacionalmente.

Existen, conozco varios de ellos y los admiro. Para todos esos verdaderos héroes, salud.