Publicado en diario Clarín 4/8/2020

Parece venir en camino otro programa “universal”, aunque only for members, que se han hecho comunes en la Argentina de los últimos tiempos: AUH para un tercio de los niños y PUAM para el puñadito de mayores que no lograron jubilación por su trabajo o por moratoria. Ahora el candidato es el Ingreso Universal. Existen dos miradas predominantes y contrapuestas sobre la idea de un Ingreso Universal, Renta Básica o Ingreso Ciudadano y ambas apuntan a resolver el alto grado de exclusión que poseen las sociedades actuales.

André Gorz sostiene que la sociedad actual es esquizofrénica ya que demanda que la población acceda a un trabajo para vivir pero no genera las oportunidades de empleo necesarias. En consecuencia es imprescindible la creación de un “Ingreso Universal, Incondicional y Suficiente” Universal: a toda la población. Incondicional: ninguna labor a cambio y Suficiente: cubra todas las necesidades básicas

La otra mirada expresada por Pierre Rosanvallon, quien tambien está preocupado por la exclusión social, acusa a la anterior de “asalariar la exclusión” ya que afirma que esta no solo es un problema de falta de ingresos sino tambien de un lugar en la sociedad que proporciona el trabajo. Por lo tanto el ingreso otorgado debe tener un trabajo como contrapartida

Ambas posturas tienen bases donde apoyarse: Así, es claro que el crecimiento económico no tiene ya el impacto sobre la creación de puestos de trabajo que tenía en el pasado y por lo tanto son necesarias las transferencias monetarias generalizadas hasta que el capitalismo pruebe que es capaz de generar los trabajos necesarios para evitar la exclusión.

Por el otro lado, quienes sostienen la importancia del trabajo como factor de inclusión social, argumentan que la autoestima, elemento esencial para una vida digna, se erosiona ante la ausencia de una actividad laboral porque esta es la forma predominante de adquirir reconocimiento frente a los otros. Afirman también que la ausencia de trabajo en forma prolongada es mucho mas que ausencia de ingresos para vivir, es simplemente pertenencia o no a la sociedad, y la falta de “afiliación social” es causa de males como la depresión, el conflicto familiar, las adicciones y hasta el suicidio.

Así quedamos entrampados entre la dificilmente financiable propuesta De Gorz y la desafiliación social que implicaría por un lado con la dificultad de generar trabajo que constituye el costado debil de la propuesta de Rosanvallon, por el otro ¿Podemos salir de esta trampa?

Desde hace dos decadas he sostenido que es posible encontrar una solucion cortando camino entre estas dos posiciones* O sea, combinando ingresos generalizados e incondicionales como sugiere la primera visión con otros condicionados al cumplimento de ciertas labores como sugiere la segunda mirada.

¿A quienes otorgar ingresos incondicionales? En primer lugar y en forma universal, a todas las personas mayores porque ellas ya dieron su aporte a la sociedad y además, a todos los niños dado que lo harán en un futuro. En esto, el país tuvo un gran avance. Las pensiones para mayores y las asignaciones familiares estan muy cerca de ser verdaderamente universales.

Los ingresos condicionales (que requieren una labor) deberían estar orientados exclusivamente hacia los desocupados. Aquí la tarea a realizar es enorme ya que hoy solo un muy pequeño porcentaje de los desocupados tienen acceso a ello y en general escogidos en forma clientelar

Hay sin embargo una importante distinción entre ambos tipos de ingresos. Aquellos para niños y personas mayores solo exigen registrar a los beneficiarios y realizar una transferencia monetaria regularmente Los segundos, en cambio requieren la organización de actividades productivas o socialmente relevantes (como la educación), desafío de por sí complejo que exige creatividad y capacidad de gestion de gobiernos, empresas y organizaciones de la sociedad civil para poder concebirlas e implementarlas.

Avanzar por este camino implicaría un enorme avance en la redefinición de la política social argentina ya que los desocupados obtendrían un ingreso a cambio de una labor productiva o social comprobada. Por otro lado es importante señalar que estos recursos se agregan, ya que en el hogar se sumaría al ingreso del jefe desocupado, el salario familiar correspondiente a sus hijos y aun la pensión de los mayores ya que estos, pertenecientes a los sectores mas pobres, viven con sus familias en mayor medida que los de mayor poder adquisitivo que pueden vivir solos o en instituciones geriatricas.

Sería muy bueno un programa que de trabajo a los desocupados y que no sea un mero clientelista reparto de dinero que termine asalariando la exclusion.

Bienestar, Consumo y Capitalismo: hacia una estrategia de consumo básico” SOCIALIS No. 6, Noviembre de 2002